Por: Arq. Viviana Rigabert
Sorpresa y asombro son las primeras sensaciones del visitante al entrar en este magnífico Museo, otrora el Tigre Club, que alberga una extensa pinacoteca de arte figurativo de pintores argentinos de primer nivel de los siglos XIX y XX, adquirida por la Municipalidad de Tigre.
El Museo Municipal de Bellas Artes (MAT) es una verdadera gema arquitectónica de principios del siglo pasado, restaurada a partir de 1998 y presentada en sociedad en octubre de 2006. El Tigre Club, diseñado por los arquitectos Dubois y Pater, fue inaugurado en 1912 con la idea de albergar diversas actividades deportivas y sociales para los habitantes de la zona, además de un Casino.
El edificio, desarrollado en dos plantas, con terraza y columnata al estilo Vaticano, nos maravilla con una restauración impecable del arquitecto Marcelo Macadán, quien logró recuperarlo con prolijidad, armonía y una cuidadosa planificación. Pisos de roble de Eslavonia en su mayoría restaurados, otros de mosaico granítico original, escaleras de mármol, ascensor de época, vidrios pintados al estilo vitreaux, arañas francesas de bronce y cristal de Baccarat, son algunos de los detalles que hacen a la ambientación del edificio. Todos brindan un excelente marco para la pinacoteca, que según nuestro punto de vista, tal vez sea la mayor concentración de arte argentino que haya sido adquirida por un Museo a través de remates públicos (salvo un Butler que fue donado).
Las salas se dividen por temas y en cada una encontramos renombrados representantes de nuestra pintura: Quinquela Martín, Castagnino, Soldi, Palliere, Molina Campos, Butler, Aquino, Roux, Fader, Berni, Ripamonte, Cogorno, Pueyrredón, Pellegrini, entre una extensa lista.
A todo este conjunto artístico se le suma la columnata del segundo piso que llega casi hasta el río, con una vista espectacular sobre el Delta y una iluminación a la usanza de los puentes de París: digno de una postal de viaje. Acompañan este esplendor los jardines fabulosamente cuidados. El Museo no tiene nada que envidiarle a uno del primer mundo, ya que hasta los baños públicos han sido reciclados y están en excelentes condiciones de limpieza.
En síntesis, una propuesta para un fin de semana diferente, no sólo para los amantes de la pintura sino para todos aquellos que aprecian el antiguo esplendor de la arquitectura, y por qué no, también el verde paisaje del Delta y sus encantos. Una combinación muy apetecible.
La entrada cuesta 5 pesos, hay descuentos para estudiantes y jubilados y se ofrece una interesante visita guiada cada hora. Detalle: todavía no cuenta con cafetería.
Publicado por http://verdecountry.com/